martes, 23 de septiembre de 2008

Japón: Día 1

Cómo digo, después de esa cena, fuimos a casa, yo aún con la maleta a cuestas. La casa de Sarah es terriblemente pequeña, pero muy acogedora. Una mini cocina que hace grande a la nuestra de Praga, un baño justito, y una habitación, con una cama subiendo unas escaleras, y en la parte de abajo una mesa, el sofá donde dormí, y una tabla que recorre la habitación donde apoyar cosas. Eso es básicamente todo. Pero la habitación está bien iluminada, y deja una sensación agradable.

En cuanto a la localización, se encuentra a unos 15 minutos de la parada de metro Ikebukuro, siguiendo la linea tobu tojo hasta Asaka. Desde allí otros 10 minutillos a pié hasta su casa. No es centro de la ciudad, de hecho ni pertenece a Tokyo, pero está bien comunicado. Pero ahí entra en juego el mayor problema que encontré. Las líneas de tren y metro cierran poco después de las 12 de la noche, y no reabren hasta las 5 de la mañana. Así que sí uno quiere salir de fiesta, ¡ha de hacerlo toda la noche! No es posible coger taxis, porque el precio es prohibitivo, y de quedarse tirado en la ciudad y cansado, sale más económico dormir en un hotel cápsula.

Retomando el tema, dormí... y al día siguiente me levante tarde, a eso de las 11. Siguiendo las recomendaciones de Sarah, me bajé en la parada de metro de Ueno. Allí había unas cuantas calles de tiendas interesantes, y finalmente dí con el parque. Lé dí un buen paseo, dándole la vuelta a un lago con gente paseando en barcas, y viendo varios templos. Comí un bocadillo de salmón que había preparado con las cosas que compré en el supermercado, y cuando me dí cuenta ya erán las cinco de la tarde, con lo que no pude ver ninguno de los muchos museos que había en la zona, entre ellos el museo nacional de Tokyo, el museo de arte occidental, y el museo nacional de naturaleza y ciencia.

Dado que la parte cultural estaba acabada por la hora, fuí hasta Akihabara, conocida cómo la ciudad eléctrica de Akihabara, dónde es posible comprar cualquier gadget tecnológico. Disfruté observando las tiendas, y jugando unas partidas en las maquinas recreativas. También quedé anonadado de la cantidad de manga, hentai, y demás historias, ya fuese en comics, magacines, cintas de audio, vídeo o dvd. Y ya en la planta alta de esos edificios... pues una buena ración de porno japonés, para los amantes del pixelado (no entiendo que siendo una sociedad tan liberal como son, no sean capaces de romper con ese tabú. Porque tanto exibir porno para despues tenerlo codificado, no deja de ser sorprendente).

Agotado después de tanta caminata, quedé con los compañeros de Sarah de la noche anterior, y fuí amablemente invitado a su casa a tomar unas cervezas. Tuvé que incordiarlos para que se acercasen al emtro a recogerme, pero no tuvieron inconveniente. Les quedó muy agradecidos, porque pese a sólo conocerme de un día, ¡tuvieron a bien hasta invitarme a cenar!

Y ya vuelta a casa a dormir.

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